martes, 28 de octubre de 2014

PRIVATIZACIONES: LA PLANIFICACIÓN CRIMINAL DEL IMPERIO

Sabido es que para construir un país independiente y soberano, se necesita de un estado omnipresente, poderoso, dueño de los medios de producción, de las riquezas naturales, de los ahorros y propulsor de una política de industrialización, que contenga las tres fases, a saber , industria ligera, industria mediana e industria pesada. 
Esa era la situación en nuestro país, en el 75, a pesar de los conocidos problemas que enfrentó el gobierno de Perón, antecedido por Cámpora. 



Los planificadores colonialistas del imperio, tomaron nota del fracaso del que venían. Sabían que con un golpe de estado, por más sanguinario y asesino que fuese, no bastaba para desaparecer al peronismo de la conciencia colectiva, del espíritu del pueblo. 
Por eso es que para no cometer el error del 55, armaron una planificación integral
Y a partir del golpe genocida del 76, junto a sus
adláteres comarcanos, los integrantes de la oligarquía diversificada y la burguesía gorila, desarrollaron una tarea de destrucción total. Los ejes más importantes de esa planificación fueron:
1) El asesinato de más de 30.000 militantes del peronismo.
2) El opresivo clima de terror sobre toda la población, generado por los encarcelamientos, torturas, seguimientos y el bombardeo picaneante sobre el inconsciente colectivo generado desde los medios de comunicación.
3) La lumpenización de la conciencia colectiva, diseñada a caballo del cierre de ciento de miles de fábricas, industrias, establecimientos productivos y PYMES. Los millones de trabajadores fabriles calificados, técnicos y operarios fueron a poblar las villas nuevas y a crearse en los conurbanos de las ciudades industrializadas. Allí, por tres o más generaciones vivieron con odio hacia el gobierno de turno, resentidos, lejos de la confraternidad y cobijo del gremio, lejos del trabajo en la fábrica que les daba conciencia de clase y pertenencia a un proyecto de Patria. Sobrevivieron como taxistas, empleadas domésticas, plomeros, vendedores ambulantes, quiosqueros, diarieros, etc.
4) La implementación y aplicación de la Ley de Entidades Financieras. Por esta ley, el país pasó de un esquema de industrialización, basado en la aplicación a la producción de nuestras materias primas de la Ciencia, la Técnica, la Tecnología y la innovación, a ser una obscura colonia exportadora de materias primas y centro latinoamericano de la timba. Esta ley trituró todos los poderes del Banco Central y lo transformó en una oficina del imperio.
Tomado el Banco Central y el Ministerio de Economía, se produjo lo que se llama "la financierización de la Economía". Los bancos extranjeros pasaron a tener más poder que los nacionales y allí comenzó la destrucción del aparato productivo, de la industria nacional y del estado. 
La fórmula adoptada fue el endeudamiento del estado, de las empresas del estado, la fuga de divisas, el imperio de la usura, la coima y el saqueo. Las autoridades de facto pedían a la banca extranjera y/o al FMI préstamos destinados a empresas del estado. Por ejemplo, YPF, Agua y Energía Eléctrica, Gas del Estado, ENTEL o Administración Nacional de Puertos. Los préstamos se quedaban en el Banco Central, se distribuían entre los milicos genocidas, familiares, empresas seleccionadas y grupos transnacionales. 
Esos cientos de millones de dólares se depositaban a una tasa muy por encima de la tasa promedio internacional y se fugaban del país las fabulosas ganancias y el capital original. Obviamente, las empresas del estado y el estado eran miserables despojos de lo que habían sido. La Deuda Externa creció a más de 55.000 millones de dólares y las empresas del estado quedaron quebradas, obsoletas, inservibles.
5) Ley de Inversiones Extranjeras. Por esta ley se otorgaron ventajas excepcionales a todas las empresas del imperio que quisieran hacerse cargo de áreas de negocios y producción que les estaban vedadas durante los gobiernos peronistas. Obtuvieron exenciones impositivas, créditos a medida, subsidios e inexistencia de controles y servicios públicos subsidiados. Una de las características de este proceso fue la concentración de los negocios, de las riquezas y de la producción nacional en pocos grupos económicos. Estos grupos íntimamente vinculados a los milicos genocidas y al imperio, estaban formados por empresarios nacionales vinculados con sociedades de bancos extranjeros y multinacionales. 
Entre los grupos que operaban en esos años, podemos destacar a Macri (SOCMA), Rocca (Techint), Gruneisen (Astra), Sodatti, Zorroaquín, Massuh, Fortabat, Bemberg, Roggio, etc. Todos ellos crecieron con los contratos delictivos con el estado, los subsidios, el saqueo y la estatización de la deuda externa privada regalada por Cavallo. 
Salvo el breve paso de Bernardo Grinspún por el Ministerio de Economía, Alfonsín mantuvo el mismo esquema de relación con el capital financiero y productivo.
Mantuvo las exenciones tributarias, los subsidios y los contratos con el estado.

MENEM: EL GOLPE FINAL.

Al inicio de la gestión de Menem, el estado y las empresas del estado estaban quebradas pero en poder de La Nación. Aquí comenzó la última fase de la planificación del imperio para construir la colonia. Las llaves maestras fueron la elaboración y puesta en funcionamiento de dos leyes, a saber:
1) Ley de Emergencia Económica
2) Ley de Reforma del estado.

Por la Ley de Emergencia Económica se suspendieron (primero por 180 días y después, ab eternun) todos los regímenes de promoción industrial, regional y de exportaciones, los beneficios de la Ley de Compre Nacional, que obligaba al estado a priorizar en sus compras a empresas nacionales. Se instrumentó el despido de ciento de miles de empleados públicos (para vaciar totalmente a las empresas del estado, por ejemplo Ferrocarriles e YPF), se derogaron todas las leyes que trababan el ingreso de empresas extranjeras a áreas reservadas al capital nacional.

Por la Ley de Reforma del Estado se fijaron las condiciones para la privatización de casi todas las empresas públicas, autorizando al PE a intervenirlas, eliminar sus directorios y sus órganos de administración, modificar sus formas societarias, dividirlas y enajenarlas.
Los mendaces justificativos fueron la ineficiencia y el déficit fiscal. En realidad, las empresas del estado fueron destruidas, dinamitadas por los propios gobiernos para venderlas por dos pesos, que era la condición impuesta por el imperio. El estado no podía invertir en empresas públicas, en infraestructura ni subsidiar a empresas del estado. Se privatizaron empresas de aeronavegación (Aerolíneas y Austral), Teléfonos (ENTEL), Correos y Telégrafos (Encotel), YPF, Yacimientos Carboníferos del estado, Distribución de Gas ( Gas del estado), distribución de agua potable (Obras Sanitarias), Distribución y Generación de Energía Eléctrica (Segba), 3.000 kilómetros de rutas y autopistas, el Mercado de Hacienda, los canales de aire 11 y 13, un hipódromo, hoteles nacionales y provinciales, todos los bancos provinciales, todas las empresas de energía provinciales (Edet), la Marina Mercante, los Astilleros Río Santiago, las Petroquímicas Polisur, Petropol e Induclor, los ferrocarriles, los subterráneos porteños, la Caja Nacional de Ahorro y Seguros, siderúrgicas como Somisa, establecimientos militares como Fabricaciones Militares. 
Las empresas del estado de servicios privatizadas pasaron del monopolio estatal al monopolio privado. Al no desmonopolizar la actividad, las empresas pirañas que se quedaron con los servicios tienen a millones de personas como rehenes sin organismos que las defiendan de las tarifas usurarias y el pésimo servicio.
Tengamos Patria para siempre.-

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